sábado, 18 de diciembre de 2010

Ludwig van Beethoven: Sinfonía N° 6 (Pastoral)

Mi apreciación:
Perfección.
La representación sinfónica de lo sublime.

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Sinfonía N° 6 en fa mayor (Pastoral):
La Sinfonía n.º 6 en fa mayor, Opus 68 "Pastoral" fue terminada por Ludwig van Beethoven en 1808. Es una de las pocas obras de música programática de Beethoven, y el compositor la subtituló Recuerdos de la vida campestre.

Beethoven fue un amante de la Naturaleza, tanto así que pasaba gran parte de su tiempo caminando por el campo. Frecuentemente abandonaba Viena para trabajar en localidades rurales. No fue, sin embargo, el primer compositor en describir sinfónicamente la Naturaleza: por ejemplo, en su oratorio Las Estaciones, estrenado en 1802, Franz Joseph Haydn similarmente pintó el amor por la Naturaleza, campesinos bailando, una tormenta, pájaros cantando, y otros similares.

Anteriormente, durante el Barroco francés e italiano, se compusieron piezas que pretendían imitar a la Naturaleza, aspiración muy propia de la Ilustración. El veneciano Antonio Vivaldi había compuesto sus celebérrimos Conciertos para violín Opus 8, Las cuatro estaciones, genial pintura de la naturaleza, con tormentas, cantos de aves, moscardones, etc.

Beethoven optó por componer una sinfonía, y así escapó del carácter sobre-literal que un libreto -en el caso de componer una cantata o un oratorio- hubiese impuesto. Como dijo el compositor, la Sexta Sinfonía es «más expresión de sentimientos que pintura de sonidos», y el mismo punto se ofrece en el título que colocó en el primer movimiento.

La Sexta Sinfonía fue compuesta simultáneamente con la más famosa de Beethoven —y la más potente— Quinta Sinfonía. Fue estrenada junto a ésta en un exageradamente largo concierto en el Theater an der Wien de Viena, el 22 de diciembre de 1808. Fue recibida fríamente, sobre todo debido a su más brillante contraparte, la Quinta. Si bien la Sexta contiene algunos de los pasajes más hermosos del músico de Bonn, la gente deseaba otra obra cargada y aventurera, y la obra relativamente calmada e introspectiva no fue muy de su agrado.

A pesar de su estreno poco auspicioso, la obra se ha convertido poco a poco en una de las obras centrales del repertorio sinfónico. Es la favorita de muchos oyentes y es muy frecuentemente interpretada y grabada en la actualidad.

La obra dura alrededor de 40 minutos. Rompió con el molde clásico al tener cinco movimientos, en lugar de los cuatro típicos. Los movimientos son:
  • Erwachen heiterer Empfindungen bei der Ankunft auf dem Lande («Despertar de alegres sentimientos con la llegada al campo»): Allegro ma non troppo.
  • Szene am Bach («Escena junto al arroyo»): Andante molto mosso.
  • Lustiges Zusammensein der Landleute («Alegre reunión de campesinos»): Allegro.
  • Gewitter. Sturm («Relámpagos. Tormenta»): Allegro.
  • Hirtengesang. Frohe und dankbare Gefühle nach dem Sturm («Himno de los pastores. Alegría y sentimientos de agradecimiento después de la tormenta»): Allegretto.


Beethoven adapta su programa descriptivo a la forma sinfónica clásica habitual, insertando después del scherzo (III movimiento) un movimiento adicional (Tormenta), que preludia el final. En el final del andante (escena junto al arroyo), la flauta, el oboe y el clarinete se aúnan armoniosamente en la imitación de los cantos del ruiseñor, la codorniz y el cuclillo (compases 129 a 136 del Andante molto mosso). El propio compositor advierte que estas descripciones no deben tomarse de una manera demasiado literal, él las clasifica de expresión de sentimiento, antes que de descripción.

Sólamente el primer movimiento se acomoda a la forma sonata. El tercer movimiento responde a la forma Scherzo- Trío, modificada. Esta sección se enlaza sin pausa con los dos últimos movimientos, práctica que Beethoven solamente empleó en esta obra y en la Quinta Sinfonía. Felix Mendelssohn (Sinfonía de la Reforma) y Robert Schumann (Cuarta Sinfonía) retomaron este procedimiento décadas después.

La plantilla instrumental de la sinfonía difiere en cada movimiento y aporta escasas modificaciones a las previas obras sinfónicas del maestro alemán. Para los movimientos más líricos (el primero, el segundo y el final), Beethoven especificó una orquesta sinfónica clásica más bien pequeña: 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 2 cornos, y una orquesta de cuerdas consistente en los usuales primeros y segundos violines, violas, cellos y contrabajos. Para el tercer movimiento, a ellos se suman 2 trompetas, y para incrementar el efectividad de la tormenta, Beethoven agrega trompetas, 2 trombones, timbales y un flautín (piccolo).

La Sexta significó un paso más en el desarrollo de la música programática, que desembocaría por último en la aparición del poema sinfónico por Franz Liszt. Este proceso culminaría a finales del siglo XIX en los extraordinarios poemas sinfónicos de Richard Strauss y en sus sinfonías programáticas, especialmente en la estruendosa y lírica a la vez Sinfonía Alpina.


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